El Telebachillerato Comunitario ante el reto de la “nueva normalidad” imageEl Telebachillerato Comunitario ante el reto de la “nueva normalidad” imageEl Telebachillerato Comunitario ante el reto de la “nueva normalidad” image
El pasado 15 de julio el Dr. Juan Pablo Arroyo Ortiz, subsecretario de Educación Media Superior, se pronunció durante la videoconferencia La enseñanza de las matemáticas en la Nueva Escuela Mexicana a favor de que el subsistema de Telebachillerato Comunitario (TBC) pasara paulatinamente a ser parte de la modalidad de Prepa en Línea. Su propuesta no es nueva. En diversas reuniones con los coordinadores estatales de Telebachillerato y representantes de los gobiernos de los estados, el subsecretario no ha perdido oportunidad de expresar tal iniciativa. No es, como digo, una postura nueva de su parte. Pero sí es preocupante.

Preocupa, por ejemplo, el destino de los casi 10 000 docentes que trabajamos en el TBC —el Dr. Arroyo nos llama “facilitadores”— quienes, según sus palabras, nos convertiríamos en asesores de Prepa en Línea, lo que sin lugar a dudas afectaría la ya de por sí precaria situación laboral de muchos de nosotros. Me explico: en los planteles de Telebachillerato laboramos 3 docentes, mismos que atendemos un promedio de entre 20 y 30 alumnos por escuela; en contraparte, un solo asesor de Prepa en Línea podría llegar a hacerse cargo de hasta 100 estudiantes, el equivalente al número de asistentes a 4 o 5 planteles de TBC. Al tratarse de asesorías y tutorías, no de clases presenciales, bien podría dicho asesor suplir hasta 15 maestros, quienes ya no tendrían razón de ser en el subsistema.

Si el futuro de los docentes no fuera suficiente razón de alarma —es claro que los maestros no estamos en los primeros números de la lista de preocupaciones de la sociedad mexicana— hablemos de los estudiantes y el desarrollo de los pueblos. Desde sus orígenes, el TBC fue concebido para garantizar la educación Media Superior a las y los jóvenes de las comunidades más alejadas y marginadas del país. La oferta educativa de los telebachilleratos creció desde entonces de manera exponencial, pasando de 253 planteles y 4,500 estudiantes en 2013, a 3306 centros y 144,399 alumnos para el ciclo escolar 2019-2020. Ahora bien, si tomamos en cuenta las condiciones de atraso tecnológico, infraestructural y de conectividad de mayoría de las localidades que albergan al TBC, ¿cuántos de este universo de alumnos pondría en entredicho su permanencia en bachillerato con el posible traspaso del TBC a Prepa en Línea?

El problema no es menor. La transición propuesta por el Dr. Arroyo implicaría garantizar el equipamiento necesario y la conexión a internet a comunidades que en muchos de los casos carece del suministro de energía eléctrica, no digamos de señal celular. Conlleva también la creación de plataformas digitales pertinentes, no sólo el uso de Facebook y Whatsapp, medios por los que eminentemente se llevaron a cabo las clases y actividades escolares al final del ciclo escolar 2019-2020. La empresa se antoja mayúscula. ¿Está el gobierno federal en la posibilidad de lograrlo?, ¿las entidades, azotadas económicamente por la contingencia de salud, tendrían los medios financieros para tomar la estafeta?

Las dificultades que ha traído consigo la implementación de clases a distancia con motivo de la contingencia de salud son evidentes, aunque las declaraciones de nuestros dirigentes educativos digan lo contrario. Se entiende que tal disposición ha sido necesaria para frenar y evitar contagios y que lo será mientras la pandemia no sea controlada. Sin embargo, la gran mayoría tanto de alumnos como docentes y padres de familia, espera el regreso de las clases presenciales, pues está claro que el aprovechamiento académico ha sido menor con respecto a otros años, el ausentismo y la falta de entusiasmo creció de manera considerable, las dificultades técnicas para conectarse o subir tareas y la nula interacción entre estudiantes y maestros incrementó el estrés, la angustia, el sentimiento de frustración de los jóvenes, los docentes y padres de familia.

Por otro lado, en un comparativo de indicadores Prepa en Línea- Telebachillerato Comunitario realizado en 2019 por la Dirección de Coordinación Académica de la Dirección General de Bachillerato (DGB) pueden observarse, entre otras, las siguientes consideraciones: La población atendida por ambas modalidades es diferente, TBC atiende eminentemente adolescentes y jóvenes; Prepa en Línea, principalmente adultos, lo que se traduce en que la primera aloja a una población marginada de los servicios educativos y la segunda a personas con rezago educativo, que no es lo mismo; las áreas de operación de Prepa en Línea son eminentemente urbanas, con un 50.12 % de su matrícula concentrada en la Ciudad de México y el Estado de México, mientras que el TBC se caracteriza por atender especialmente a las zonas marginadas del país, el 20.99 % del total de alumnos se localiza en los estados del sur (Michoacán, Guerreo, Oaxaca y Chiapas).

          Académicamente hablando, entonces, la inconveniencia de trasladar una modalidad educativa a otra también es evidente. Si bien los planes y programas de estudio de ambas ofertas educativas son en apariencia compatibles, existen factores difíciles de congeniar. El mismo estudio de la DGB nos dice que mientras en Prepa en Línea: El desarrollo y tratamiento de los temas disciplinares están hechos en función de las necesidades de un perfil específico de estudiantes de manera genérica, lo que dificulta la contextualización, significación y apropiación del conocimiento, en el Telebachillerato Comunitario: La formación del componente profesional denominado Desarrollo Comunitario, si bien puede encontrar en las “tecnologías emergentes” herramientas que coadyuven en su tratamiento, por su propia naturaleza está más enfocado al método indagatorio y todas las experiencias de enseñanza-aprendizaje situacionales con las variaciones contextuales propias de la geografía y organización del país.

Muchas veces vituperado por otros subsistemas, y en ciertos estados incluso por las mismas autoridades educativas, el TBC ha tenido un inicio convulso e incierto: falta de infraestructura propia, incertidumbre laboral, lapidación por sus resultados académicos en las pruebas como PLANEA —no tan alejados de los alcanzados por otras ofertas de educación Media Superior con años de servicio, infraestructura propia y equipamiento adecuado—, entre otros obstáculos. Pese a ello, y quizá paradójicamente, el Telebachillerato Comunitario se ha convertido en un detonante de oportunidades educativas y de progreso para los estudiantes y vecinos de las comunidades donde brinda servicio. Alumnos y egresados de los TBC han encontrado en los planteles y por ende en las y los maestros las posibilidades que antes se antojaban poco menos que inalcanzables.

Así lo demuestra el hecho de que más del 50% de su población estudiantil sean mujeres, quienes tradicionalmente estaban relegadas a las tareas domésticas o a casarse; también lo evidencian la atención a pueblos indígenas que antes carecían de una oferta educativa de Media Superior y el sentido de arraigo y pertenencia que nuestros alumnos sienten por los planteles y por el lugar donde viven. Con la asignatura de Desarrollo Comunitario, estandarte de nuestro subsistema, el TBC se ha convertido no sólo en un centro de aprendizaje académico sino muchas veces en el centro neurálgico de las comunidades si de actividades culturales, sociales y de desarrollo personal y colectivo estamos hablando. En los 31 estados donde el TBC tiene presencia, se han llevado a cabo proyectos productivos, ambientales, culturales, editoriales y comerciales impulsados por nuestros estudiantes: huertos escolares, talleres y oficios, micro negocios, publicaciones de libros, rescate de zonas recreativas, grupos de danza, campañas de preservación ambiental y varios etcéteras.

El Telebachillerato Comunitario, en 7 años, se ha posicionado como un subsistema que garantiza la educación universal y promueve la interculturalidad, la inclusión, la integridad, la equidad, la justicia, la excelencia; los docentes de TBC, en conjunto con los estudiantes, se han convertido en verdaderos agentes de transformación social, pues las escuelas tienen impactos significativos tanto dentro como fuera de las aulas. Sí, todos los postulados propuestos por la Nueva Escuela Mexicana, el Programa Sectorial de Educación (PSE 2020-2024) o las Líneas de Políticas Públicas de Educación Media Superior (PPEMS), por mencionar algunas, tan promocionadas por el gobierno federal. ¿Cuál es la necesidad, entonces, de cambiar un subsistema tan noble por otro que no atiende los objetivos arriba expuestos?

Por último, pero no menos importante, preocupa que, pese a todo lo dicho y muchas otras consideraciones que se escapan el presente escrito, tal pareciera que el Subsecretario Arroyo, por no decir la Secretaría de Educación Pública, está empecinado en la desaparición paulatina del Telebachillerato Comunitario. Nulos parecen los resultados alcanzados por el subsistema, vanas las acciones emprendidas por los funcionarios estatales y congresistas que sí han abrazado al TBC, invisibles los esfuerzos que cientos de docentes hemos realizado para la obtención de certeza laboral y certidumbre legal de nuestro servicio educativo, insignificante la contradicción de su propuesta con respecto a los principios de la Nueva Escuela Mexicana. Pese a todo, reitero, parece más una encomienda de desaparecer todo lo que huela a la administración federal anterior, a “economizar” sin analizar consecuencias, a aprovechar la contingencia de salud que, lamentablemente para el Telebachillerato Comunitario, podría “venirles como anillo al dedo”.


Andrés Briseño Hernández
Docente del Telebachillerato Comunitario de Zacatecas

Fotografías:

1. Telebachillerato Comunitario 24
San juan de la Costa, BCS.
Foto;: Mario Romero

2. Telebachillerato Susticacán
Susticacán, Zac.
Libro de tradición oral publicado por el plantel.

3. Telebachillerato Leona Vicario
San Luis Potosí
Foto: Bethel Godínez

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