Que va y que viene,
que viene y que va:
Fiesta del Toro en
Susticacán. 


La hacienda del Negro Santo
se robó un toro bonito
 y lo hicieron chiquitito
pa que no se viera tanto.
Dijo el padre con espanto
ante la Virgen del Rayo:
“Mi torito ya no lo hallo,
¡malhaya el que lo sacó!
Ni los pasojos dejó,
¡ay, qué pena, me desmayo!”.

Ya se los roban,
ya se los dan;
el pobre toro
dónde estará.


Virgen de la Cofradía,
haznos ya la caridad
de mirar con claridad
al autor de esta porfía.
Si lo hallamos prometemos,
una vez que nos juntemos,
mandar kilos de pinole,
para vecinos y prole,
que gustosos comeremos.

Agua de frutas
y colaciones; 
traigo pinole
hasta en los calzones.


Una bola de muchachos
al toro bajó del cerro
y les ladraban los perros
porque ya venían borrachos.
Amarrado de los cachos 
por calles y callejones
tupidito de listones
lo acompañan las mulitas;
si las ves mejor te quitas
o te llevan a empujones.

En las escuelas
lazan chiquillos,
quedan los profes
bien amarillos.


Directo a la presidencia
llegaron en carretón
un licenciado panzón
y un caporal con urgencia.
Solicitan la presencia
del alcalde o la alcaldesa 
para que les dé certeza
en este juicio afamado
¿de quién es el toro mentado?,
que les diga con firmeza.

La cofradía
contra la Hacienda;
en este juicio
no hay quién se entienda.


Las mulas tras los barrotes,
no importa que ya no quepan;
no salen hasta que sepan, 
cómo arreglar el borlote.
Y el toro, trote que trote,
se acerca por la comida,
será que no se le olvida
su sitio en la Cofradía,
donde siempre noche y día
había pasado su vida.

Perdió la Hacienda,
ya se retira
con la vergüenza 
de su mentira.


En el jardín hay jolgorio:
salen güenchas y mulitas
para bailar muy juntitas
con su paso tan notorio.
Si hay fiesta o hay velorio
depende de la destreza
para salir con presteza
si el torito se aparece.
Más vale que no tropieces
o las tripas te atraviesa.

Chiste y maromas
de los payasos, 
luego los versos
y el tamborazo.


La Pomposa y su marido
--el Caratino famoso--
nos bailan con alborozo,
nos causan un desatino,
cuando a aquel pobre que vino
nomás a pelar el diente
lo jalan y de repente
ya es parte de la función,
y le sacan la risión
a todita aquella gente.

Güenchas grandotas,
güenchas chiquitas
bailan y bailan
con las mulitas.


Ay les doy la bendición,
nos vemos a vuelta de año,
a lo mejor me hace daño
comer tanta colación.
Es que es mucha la emoción,
se alegran los corazones,
pues no hay otras poblaciones
como mi Susticacán.
Se despiden y ya se van
el Toro y sus tradiciones.


Andrés Briseño Hernández

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