Éste es el juego
del bote pateado
que por las noches
los niños jugamos,

saltamos la cerca
y hacemos de lado
verdes arbustos
y allí nos tapamos.

Pepita no quiere
buscar esta vez;
a Roberto le toca
y dice que no.

Dejamos a suerte,
que digan los pies:
Uno, dos, tres, cuatro…
¡a ti te tocó!

Él lanza el bote
con una patada
muy fuerte y certera.

Da cuatro tumbos
por el callejón.
¡Busquen un lugar!

¡Ya viene, ya está,
me quedo callada!

Con suerte se gira
y cambia los rumbos
en busca de un niño
al cual atrapar.

Andrés Briseño Hernández
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